Aldana Micaela Pereira Aquino

aldana.pereira@ucb.edu.bo

En la vida existen elementos fundamentales para que el ser humano pueda cumplir con todas sus metas y objetivos, y el más importante de todos es la salud. La importancia del mismo se hizo más evidente desde el comienzo de la pandemia; no obstante, el concepto de salud se relaciona principalmente con el bienestar físico, dejando de lado uno de sus aspectos más importantes: el emocional. Como afirma la Organización Mundial de la Salud (OMS) «La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades».  Por ello, a lo largo de este artículo se explica brevemente en qué consiste la salud emocional y por qué es importante trabajarla durante el proceso educativo.

En primer lugar, es necesario definir a la salud emocional. Según Mark Brackett, director y fundador del Centro de Inteligencia Emocional de la Universidad de Yale, en una entrevista al periódico El País mencionó que es “una serie de habilidades que nos ayudan a razonar con nuestros sentimientos y sobre nuestros sentimientos”. A su vez, menciona que para identificarlas se utilizó el acrónimo RULER en inglés que consta en: reconocer las emociones de otros o de uno mismo, comprender las causas de las mismas, etiquetarlas, tener un lenguaje para expresar y describir emociones, y regular los sentimientos. Los problemas que puede llegar a tener una persona que no goza de buena salud emocional van desde cambios de comportamiento y dificultad para la toma de decisiones hasta padecer depresión y/o ansiedad, entre otros.

Asimismo, la salud emocional se relaciona con dos aspectos: el bienestar emocional y la inteligencia emocional. El primer término hace referencia al estado en el que el individuo está tranquilo y en equilibrio con sus emociones, y el segundo hace referencia a la capacidad que tiene para conocer sus emociones y las de otros, regularlas y lograr crear relaciones con sus semejantes. Entonces, se puede decir que una persona con mayor desarrollo de su inteligencia emocional puede alcanzar con mayor facilidad el bienestar emocional.

Aquí radica la duda de cómo ayudar a desarrollar una inteligencia emocional a partir del proceso educativo. Esto debido principalmente a que la escuela es el entorno en el que el individuo pasa la mayor parte de su vida, después del hogar, convirtiéndose en uno de los pilares fundamental en su desarrollo humano. Ello ya que es aquí donde aprende a relacionarse y desenvolverse con otros individuos que pueden compartir o discrepar con los valores y emociones propias e inherentes del individuo como las aprendidas en su entorno familiar.

Como una respuesta a esta pregunta, se plantea la idea de implementar el aprendizaje socioemocional. El mismo consiste en “adquirir y aplicar efectivamente el conocimiento, las actitudes y las habilidades necesarias para establecer y alcanzar objetivos positivos, sentir y mostrar empatía por los demás, establecer y mantener relaciones positivas y tomar decisiones responsables”, según la Collaborative for Academic, Social, and Emotional Learning (CASEL). También, formula cinco habilidades que se trabajan a lo largo de este proceso: autoconciencia, autocontrol, conciencia social, habilidades para relacionarse y toma de decisiones responsables.

Respecto a los beneficios que puede tener este tipo de aprendizaje, se menciona que ayuda a que los estudiantes logren desarrollarse plenamente y tengan una mejor convivencia de aula. A su vez, esto colabora en la mejora del rendimiento académico y la disminución de problemas de comportamiento. De esta forma, ayuda a que la persona logre realizarse como estudiante y como persona.

El proceso de implementación de esta clase de educación enfocada en formar no solo a personas competentes académicamente, sino a que logren entenderse a sí mismas y a otros, es complejo. Evidentemente, requiere que se le dé la importancia necesaria, analizando cómo implementarla y consultando con profesionales que aseguren su correcta aplicación y desarrollo.

Sin embargo, cosas tan pequeñas como charlar con los alumnos o hijos sobre los valores, los sentimientos y las emociones pueden significar un inicio sólido para implementar este aprendizaje. Si se refuerzan estos diálogos desde la infancia, con seguridad las futuras generaciones podrán ayudar a construir una sociedad mucho más sólida, empática y solidaria, que responda tanto a la razón como a sus emociones.

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