Hasta mediados de los años 60 la temática ambiental era muy poco frecuente en las discusiones políticas de los Estados, fue a mediados de esta década que se inicia en Estados Unidos un activismo combativo por el medio ambiente, bajo la premisa de que la tierra sufre y la gente está enfadada, cuyo clímax convoca a una manifestación masiva el miércoles 22 de abril de 1970.

Cincuenta años más tarde, la degradación ambiental ha incrementado sustancialmente ya no sólo provocando contaminación ambiental sino una aguda brecha entre ricos y pobres, qué representa una cárcava aún mayor en el acceso a una calidad ambiental, traducida en bajos índices de salud pública y una taza mayor de muertes asociadas a la mala calidad del aire. Las zonas marginales de las grandes ciudades están relegadas a tener mayor contaminación ambiental, poca educación y saneamiento ambiental deficiente.

La cada vez más avariciosa carrera internacional por el podio de ser la economía mas pujante, descuida la equidad y solidaridad humana por la primacía del capital en pocas manos, con su inminente impacto de la explotación de la biodiversidad y los recursos ambientales estratégicos de flujo dinámico: agua, aire, suelo. El modelo de Desarrollo Sostenible egoístamente aplicado, ha quedado corto frente a las actuales circunstancias de degradación ambiental que sufre el planeta.

En estos últimos años es muy frecuente escuchar encendidos discursos políticos priorizando las cuestiones ecológicas, sin embargo nuestros políticos aún no diferencian la ecología del medio ambiente siendo uno ciencia y el otro objeto de estudio, sin embargo hoy en día la conciencia ambiental de una población es cada vez mayor, dando lugar a una GENERACION VERDE cada vez más despierta, que exige y demanda nuevas políticas de desarrollo, entendiendo que con pequeños esfuerzos individuales no se superará el calentamiento global. Hoy está en vilo incluso nuestra la seguridad alimentaria.

La tierra requiere que no se celebre un día como una jornada más si no como el inicio de un compromiso extendido y políticamente vinculante, para exigir cambios relevantes a quienes manejan la economía mundial.

Sea la pandemia que actualmente estamos viviendo y que sufrimos ciertamente, el punto de partida para exigirnos pensar fuera de la caja, salir de convencionalismos, abandonar la cómoda silla de la economía global, para visualizar nuevos retos, nuevas formas de producción de generación de energía, alimentos seguros, sin degradar los ciclos biogeoquímicos de nuestro planeta. Es una oportunidad para crear nuevas circunstancias que nos permitan cuidar la casa común. Esta cuarentena nos demostró que hay oportunidad para revertir el cambio climático.

Desde la carrera de ingeniería ambiental, en la universidad católica boliviana, nuestro compromiso siempre estará con el bienestar y la salud integral, para tener un medioambiente sano. Nos consideramos médicos del medio ambiente, pues nuestra labor procura no sólo diagnosticar las patologías que sufre, sino proponer y desarrollar medidas y procesos de restauración ambiental integral que suponen una nueva forma de planificación integrada del territorio, viendo la unidad de la Tierra como un todo, pues no existe agua sin suelo, ni aire sin bosque, esta integralidad a la luz de nuestros ojos ambientales, debe primar en cualquier proceso, medida y modelo de desarrollo. Somos hijos de la Tierra, y si bien ella puede subsistir son nosotros, nosotros no podremos subsistir sin ella.  Cuidar la casa común, ese es nuestro compromiso de vida.

Demos un respiro a la Tierra.

Estela Herbas Baeny