Pronunciamiento de la Carrera de Ingeniería Ambiental de La Universidad Católica Boliviana junto al Colegio de Ingenieros Ambientales de Cochabamba ante los incendios en la Chiquitanía

PRIMERO LA VIDA

Sin lugar a dudas la situación de la Chiquitanía boliviana hiere la sensibilidad de todos los bolivianos y bolivianas, recordándonos el trágico papel que la acción humana puede ejercer sobre la naturaleza. Nuestra visión como Universidad Católica Boliviana consecuente con la Encíclica LAUDATO SI del Santo Padre Francisco sobre el Cuidado de la Casa Común y su compromiso con la conservación de la Amazonía. Consideramos necesario analizar las causas directas e indirectas de un desastre ecológico de esta magnitud para entender los efectos inmediatos y a largo plazo que tendrá sobre los ecosistemas afectados, solo así será posible desarrollar acciones responsables para reducir las consecuencias y prever situaciones similares.

Es cierto que  pueden haber causas circunstanciales asociadas a variaciones climáticas, incidencia de vientos, olas de calor u otros factores que intensifiquen episodios de incendios forestales, sin embargo los factores detonantes en su mayoría siguen siendo antropogénicas, por tanto,  es necesario ajustar la normativa vigente como el (D.S. 3973) garantizando la existencia previa de  instrumentos y mecanismos adaptados y eficientes de control y monitoreo que la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra (ABT) pueda aplicar en cada uno de los ecosistemas existentes y en especial en ecosistemas complejos como la Chiquitanía.

La Madre Tierra boliviana no es “una” sino extraordinariamente diversa  y compleja, por tanto no puede tratarse con un solo decreto una instrucción de manejo o gestión territorial a nivel de todo un Estado que más allá de ser plurinacional es principalmente pluridiverso desde todos los puntos de vista. Precisamente la extraordinaria diversidad geofísica y biológica de Bolivia ha originado, por adaptación de la gente a su entorno durante muchos siglos, una extraordinaria diversidad cultural. Es decir, Bolivia es plurinacional porque es pluridiversa.

La vulnerabilidad y la capacidad de recuperación (resiliencia) de los ecosistemas es altamente diferencial y depende de las características biofísicas de cada unidad biogeográfica. Al estar en un Estado pluridiverso, las normas deben considerar los distintos tipos de ecosistemas y condiciones biogeofísicas, además de sus problemáticas socioculturales.

En este sentido, no es “el” bosque chiquitano lo que se está quemando y perdiendo, sino una notable diversidad de tipos diferentes de bosques chiquitanos de extraordinario valor para la conservación y para mantener a largo plazo los recursos del suelo, del agua y los derivados de la misma biodiversidad. En una región de transiciones biogeográficas que en conjunto es especialmente vulnerable a los impactos y que experimenta de forma natural marcadas fluctuaciones climáticas. Al norte de la inmensa área afectada, son bosques chiquitanos transicionales a la Amazonía, con importantísimos recursos de madera, lamentablemente en buena medida sobre-explotados.

La zona central de la Chiquitanía, en torno a las serranías de San José, San Ignacio, Roboré y Santiago es quizá, según los datos existentes, la más afectada, un área que ha sido considerada por diversos científicos como el área de bosque tropical estacionalmente seco más extensa y hasta ahora relativamente bien conservada. Al sur de las serranías chiquitanas, los incendios afectan gravemente a uno de los ecosistemas más desconocidos y además endémico de Bolivia: el localmente denominado como “Abayoy” una enorme extensión de bosques secos chiquitanos bajos, que constituyen la transición de la Chiquitanía con el Chaco y casi intactos hasta ahora. La fauna menos móvil, especialmente de tamaño pequeño, como ranas, lagartos y tortugas, entre otros, es especialmente dañada a partir de estos eventos. Asimismo, el Pantanal de San Matías y el de Otuquis están incendiándose.

De esta manera, al perderse una superficie boscosa de esta magnitud, se verán mermados los diferentes servicios ecológicos que cada ecosistema ofrece, entre los que resaltan la regulación del ciclo hidrológico, cuyo deterioro puede comprometer el régimen de precipitaciones y recarga de acuíferos debido a la disminución de la capacidad de evapotranspiración en la zona afectada ejerciendo aun mayor presión sobre los efectos de cambio climático.

Finalmente, considerando que la contaminación puede extenderse por efecto de lluvias y vientos, en especial las poblaciones circundantes podrán sufrir impactos directos e indirectos de este desastre ambiental, tanto por exposición a material particulado suspendido, que podría incrementar las enfermedades respiratorias y afecciones alérgicas, como en su inseguridad alimentaria causada por la degradación del suelo consecuencia de la pérdida de cobertura vegetal. Por lo mencionado, es necesario activar brigadas completas de salud a fin de atender los casos derivados del deterioro de la calidad del aire.

Ante esta álgida situación, consideramos NECESARIO desarrollar las estrategias post emergencia integrales y pertinentes, pues la capacidad de recuperación de estos tan diferentes tipos de vegetación es, asimismo, muy variada. Una vez que se consigan extinguir totalmente los incendios, se deben desarrollar mecanismos de restauración considerando previamente los diferentes tipos de zonificación afectado, en función de los distintos tipos de vegetación potencial, suelos y bioclima de las áreas afectadas. Por otro lado, se debe accionar a la brevedad posible los protocolos de rescate, custodia y atención de la fauna afectada del lugar, garantizando su curación, rehabilitación y protegiendo la diversidad de especies de fauna.

Se necesita tiempo, realmente mucho tiempo para una recuperación efectiva que debe ser precedida por una planificación cuidadosa, que sea fruto de la experiencia y el conocimiento técnico existente ya en Bolivia, a nivel de muchos profesionales competentes formados en las  universidades e instituciones del país.

El desafío es que los tomadores de decisiones consideren ese conocimiento, a fin de encarar acciones de manera consecuente, decidida, informada y basada en el conocimiento. Es necesario determinar de manera clara las acciones, funciones, responsables, recursos financieros y otros que aseguren planes y programas ejecutables y medibles mediante indicadores adecuados.

Desde la Universidad Católica Boliviana y como Ingenieros Ambientales comprometidos con el país, nos ponemos al servicio de la nación, aportando y técnicamente a la generación de instrumentos ambientales que eviten la recurrencia de estos incidentes. Primero la VIDA.