El barbijo se ha vuelto indispensable para evitar más contagios del covid-19. No obstante, al ser un residuo plástico tiene efectos negativos en el medio ambiente.

Fabiana V. Molina Rojas

La pandemia ha traído muchos cambios estructurales en el sistema y en la idiosincrasia de las personas. El constante uso del alcohol, menor afluencia a lugares públicos, evitar saludos tan afectuosos, etc. A pesar de que cada uno viste como quiera, hay un elemento que ahora no debería faltar en el outfit diario, el barbijo. A nuestro alrededor se ve el uso de tres tipos de barbijos; los de tela, los desechables y los KN95,FFP2, N95.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que se debe poner cuidadosamente y ajustarlo para que cubra la boca y nariz. No debería tocárselo mientras se lo usa, cambiarlo cada que se humedezca y no volver a reutilizarlos.

Entonces, en el caso del barbijo desechable su tiempo de utilidad es únicamente de un día o inclusive horas. Luego, pasa a ser un residuo más. Lo ideal sería botarlos donde corresponden; no obstante, al darse un paseo por la ciudad se los ve tirados por las calles.

“No tenemos una conciencia ambiental desarrollada. No tenemos el habito de separar nuestros desechos. A pesar de que muchas familias separan su basura, se vuelven a mezclar en los contenedores. Si vamos a un hospital o centros médicos, vamos a ver que estos deshechos son botados de una manera específica porque son desechos que tienen material biológico. A pesar de no tener COVID, utilizamos el barbijo como método de defensa y barrera. A veces, tosemos o estornudamos; entonces, hay otras bacterias. Es por eso, es que este tipo de desechables tiene que ser desechado de manera especializada”, comenta Carol Ballesteros, activista ambiental y asistente comunicacional en Conservación Internacional Bolivia.

Con el tiempo, la estructura textil del barbijo compuesta con fibras de polipropileno se degrada en micro plásticos. Estos pueden producir efectos tóxicos en algunas especies , por ejemplo, los animales marinos. “El barbijo tiene componentes plásticos. Sabemos que tarda alrededor de 500 años en desintegrarse. El problema es cuando estos micro plásticos tienen una interacción con el agua o con el ecosistema. Pueden llegar a los pescados, y estos van a tener estos residuos en sus organismos. Hay estudios que demuestran que estamos infectados de los micro plásticos. Están en la sangre y tienen efectos posteriores. Por ejemplo, ahora, hay muchos casos de cáncer”, añade Ballesteros.

En Argentina, el Laboratorio HLB PHARMA, instaló y desarrolló una fábrica de barbijos que puede llegar a producir hasta 16 millones de barbijos de triple capa por mes. Al igual que esta empresa, hay muchas más que deben generar la misma o una mayor cantidad de barbijos. “Creo que el problema es más grande y aun no lo vamos a sentir. Las consecuencias la vamos a poder estudiar más a fondo de aquí a unos años. Hemos tenido una pandemia, que obviamente, no ha sido históricamente programada por nadie. Las compañías que producen indumentaria medica tampoco tienen una política de Responsabilidad Empresarial Ambiental que verifique que ese barbijo no va a acabar en un rio, por ejemplo”, agrego Ballesteros.

En cuanto a la responsabilidad empresarial ambiental, se debe crear políticas para trabajar contra el desastre ecológico que se acerca. Ballesteros considera que las grandes corporaciones que realizan estas grandes indumentarias medicas deben crear una manera sostenible para procesar estos residuos. Además, cree que muchas corporaciones han ganado un montón de dinero en la pandemia; entonces, con estos buenos resultados deben hacerse responsables para mitigar los efectos de la contaminación a base de estos residuos.

Entonces, hay un dilema en cuanto al cubrebocas. Por un lado, se recomienda usar barbijo en los espacios públicos y por las calles para evitar la propagación del virus. Por otro lado, para evitar un fuerte impacto ambiental, usar el barbijo cuando sea necesario, en caso de presentar síntomas.

Los barbijos deben ser tratados como desechos patológicos. Mario Magnin, especialista en contaminación ambiental, en una nota de la revista IG, menciona que: “Son tratados por operadores especializados. Se puede recurrir a la neutralización por autoclaves, que es la opción más amigable con el medioambiente porque elimina microorganismos y se los dispone como un residuo más. Y, por otro lado, está la incineración, que es la opción más difundida, pero, a mi criterio, no la más adecuada, porque en la medicina de hoy se usa mucho plástico, que al ser incinerado emite dioxinas y furanos, que deben ser adecuadamente tratadas para que no causen daños en el ambiente”.

Hoy en día, muchos países y ciudades ya han dejado de usar los barbijos. Los barbijos de tela o los reutilizables podrían ser una opción; no obstante, hay estudios que demuestran que no tienen demasiada eficiencia. Lo que ahora pasa es que la gente está regulando cuando usar el cubrebocas o en que tipo de eventos. Ballesteros pone el ejemplo de los municipios, las autoridades usan protección dentro de la institución, pero al salir se la quitan. La mejor opción por ahora es ser responsables con los residuos que se generan.