Por: Alisson Cortez

alisson.cortez@ucb.edu.bo

Muchas veces las personas queremos tener bajo control todo lo que pase en nuestra vida, calcular cada movimiento para llegar a cierta meta y pensar caminos alternativos en situaciones hipotéticas. Pero ¿qué pasa cuando la vida decide actuar de manera que ninguno de tus planes lo contemplaba?, es ahí donde en palabras relajadas, la vida te da una bofetada.

Creo fielmente en que la vida no siempre nos da lo que queremos, sino lo que necesitamos, pero generalmente aceptar situaciones que no estaban contempladas en nuestros planes suele derrumbar nuestro mundo y en nuestra cabeza, suele derrumbar nuestro proceso de cremicimiento.

Queremos ser dueños del control, poder dirigir o dominar cierta cosa o situación, pero si nos detenemos a pensar, las cosas que podemos controlar son pocas. Muchas veces esa obsesión por el control está dirigida por el miedo al fracaso, por el miedo a no poder lograr nuestras propias expectativas, tanto materiales como emocionales. Queremos ser exitosos a nivel académico o profesional, poniendo como meta poder recrear las historias de vida exitosas de personas que con cierta edad ya lograron cosas importantes. Y de cierta manera no cumplir con ese ejemplo nos hace pensar que estamos al borde del fracaso.

Pero antes de pensar en el fracaso es importante detenernos solo por un momento y aceptar que las cosas que pasan en nuestra vida, no las podemos cambiar ni controlar. Ese es el principio de un gran paso que ayudará a dejar la frustración, la incertidumbre, la ansiedad e incluso la tristeza de lado. En cambio el luchar con la realidad será un agotamiento tanto mental como físico para ti mismo.

Siendo honestos, el aceptar no significa conformarte, sino ver el camino al final del túnel y no quedarnos en él.  Ser tolerante con nuestro propio proceso de crecimiento, aceptar que si abandonamos un camino, debemos buscar otros que nos ayuden a cumplir nuestros propósitos de una manera más tolerante con base en la aceptación.

Cada persona en este mundo tiene su propio proceso, lucha y abandona sus propias batallas para buscar nuevos caminos. La acción de aceptar nuestro propio proceso, a su propio ritmo, nos permite sanar e identificar nuestras fortalezas y debilidades, al igual que cada experiencia nos brinda aprendizajes y nos genera nuevas oportunidades. Así que la base de poder estar en paz contigo mismo es poder estar en paz con tu propio proceso.

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