Edmundo López Arze
La lectura es un placer sublime. Sin embargo, debe ser un gusto adquirido. Los libros están presentes en toda nuestra vida de una u otra forma (sobre todo si somos del rubro social). Las historias siempre nos han enamorado. La humanidad se fue construyendo en torno a historias. Por eso, tenerlas en un solo lugar y viajar en ellas sin movernos ha sido una de las cosas más magníficas.
El día del libro se celebra el 23 de abril. Fecha del fallecimiento de Cervantes y Shakespeare. La realidad es que Cervantes falleció el 22 y fue enterrado el 23. Por otro lado, Shakespeare si fallece un 23 pero del calendario juliano. Sin embargo, esos leves detalles no importan cuando dan paso a algo tan importante.
Lo que realmente queremos resaltar (y ojalá imitar) es lo que pasa en esta fecha en Barcelona. No solo es el día internacional del libro. También es el día de Sant Jordi. Se preguntarán ¿y eso que tiene qué ver? Primero, la leyenda de Sant Jordi es una de las historias más simpáticas en torno a un santo.
Cuenta la leyenda que un terrible dragón tenía esclavizada a tarragona. los pueblerinos, para calmarlo, le entregaban una persona al azar cada día. Una de esas veces, salió el turno de la princesa. Cuando se encontraba frente al dragón, a punto de ser devorada, apareció un valiente caballero llamado Sant Jordi. Blandió su espada y asesinó al dragón. De la sangre de la bestia caída, brotó un gigantesco rosal con las rosas más rojas que pudieran existir. Sant Jordi arrancó una y se la entregó a la princesa, liberando así a todos los habitantes de tarragona.
Esto nos lleva a lo segundo. Al coincidir ambas fechas, en Barcelona se celebra de una forma muy particular. Durante ese día todas las librerías arman puestos callejeros. Los precios bajan. Las calles se llenan de libros y todos tienen la costumbre de regalarse un libro y una rosa deseándose un feliz Sant Jordi.
Sin duda alguna, una bella tradición digna de imitar.