Micaela Pereira

aldana.pereira@gmail.com

El universo alberga una gran cantidad de seres, inertes y vivos, enfermedades, ideas y pensamientos que van más allá del cotidiano vivir. Dentro de toda esta infinidad el “yo” es casi diminuto y se podría creer que irrelevante. Por ello, es fácil sentir miedo por hacer algo nuevo o arriesgado, ya que nos sentimos intimidados por todo ese cúmulo de individuos del universo que creemos son más capaces que nosotros y podrían hacerlo mejor.

Muchas veces nos subestimamos, creyendo que es mejor permanecer en nuestra zona de confort, aunque muy dentro de nosotros aún nos sentimos incompletos. Este no es un problema reciente, pues todos en algún momento de la vida lo hemos enfrentado. Creemos que cualquier caída o pequeño error solo nos demostrará que no somos suficientes, así que preferimos evitar la decepción de nuestro posible fracaso y seguimos con la rutina.

Sin embargo, a veces nos aventamos a hacer ese algo que deseamos, pero no resulta como esperábamos y nos tropezamos. Ese miedo puede ser incluso peor, porque estuvimos tan cerca de lograrlo, pero sentimos cómo el éxito se escapó entre nuestros dedos y nos caímos, volviendo al comienzo de todo y con menos seguridad que antes de intentarlo.

A lo largo de nuestras vidas, esto pasa muchas veces y es normal que nos sintamos frustrados y fracasados. Así que nos quedamos en el fondo, pero en algún momento tenemos que salir para seguir viviendo, porque es parte de nuestra naturaleza. A veces salir de aquel vacío, es difícil y puede llevar mucho tiempo, cada uno tiene su propio ritmo para recuperarse, pero lo importante es hacerlo.

No veamos estos errores como fracasos, sino como obstáculos que hemos pasado y nos permitirán seguir adelante y no cometer los mismos errores. Solo sigue intentando, en algún momento podrás llegar, pero también disfruta y aprende de tus caídas porque gracias a ellas es que podrás crecer como persona.

Cada momento de frustración, enojo, tristeza, alegría e incertidumbre te habrán servido, porque incluso si por alguna razón no logras todo lo que te propusiste, lo intentaste, lo viviste y no solo se quedó en tu mente. Y en ese momento, solo en ese momento, podrás decir con toda franqueza “valió la pena intentarlo”.

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