LAUDATO SI
Reflexiones sobre nuestra casa común
Francisco J. Bayá Claros
Laudato si’, mi’ Signore. « Alabado seas, mi Señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sustenta, y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierba ». (Cántico de las criaturas: Fonti Francescane)
Tras casi dos meses de quema incontrolada de nuestra selva chiquitana, así como de otras regiones naturales del país. Tras la devastación de cerca de cuatro millones de hectáreas de bosques y selva. Tras el radical cambio de vida de comunidades indígenas, cuyo ecosistema vital ha sido devastado por el fuego. Tras todo este desastre ecológico y humano, nacional y mundial; cabe hacer un pequeño alto en nuestra cotidianidad académica y reflexionar sobre lo sucedido.
Toca en esta exposición, adentrarnos y conocer la mirada de la Iglesia sobre el medio ambiente y su cuidado. Con esta intención hemos optado por presentar la encíclica Laudato si, documento que recibe la reflexión más reciente y valiosa sobre ésta temática, que nos comparte el Papa Francisco, recogiendo la sencillez y amor por la hermana naturaleza de ese maravillo santo de Asís (de quién ha tomado precisamente su nombre), que ha cantado hace más de ocho siglos, quizás como ningún otro, la belleza y el bien de nuestra hermana madre tierra.
Tal como manifiesta el mismo Papa:
- Francisco es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad. Es el santo patrono de todos los que estudian y trabajan en torno a la ecología,… Era un místico y un peregrino que vivía con simplicidad y en una maravillosa armonía con Dios, con los otros, con la naturaleza y consigo mismo.
Ideas introductorias
La encíclica Laudato si, segunda Encíclica del pontificado del Papa Francisco, fue firmada, por él, en Roma, el Domingo 24 de mayo de 2015, durante la solemnidad de Pentecostés. Esta carta papal fue publicada el 18 de Junio de 2015. El documento se refiere al cuidado del medio ambiente y al desarrollo sostenible, desde una mirada ética cristiana, y se ha dirigido a toda la humanidad.
Es imprescindible entender que la “defensa y la promoción integral de la dignidad de la persona humana son el centro y la finalidad misma de la Doctrina Social de la Iglesia” (BRANDINELLI y GALÁN, 1998: 34-35). A partir de esta comprensión se nos puede hacer más clara la exhortación del Papa Francisco. Ello implica que la mirada sobre la naturaleza, desde la Iglesia, será siempre una mirada integral, como integral es la mirada sobre el hombre.
La Encíclica nos presenta seis capítulos y una presentación a modo de llamado para atender la importancia de esta preocupación por el medio ambiente. Hemos optado por presentar esta encíclica ordenando sus capítulos, contenidos y comprensiones en torno a los tres momentos de la metodología de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI): Ver, juzgar y actuar, recogiendo las ideas que nos permitan una mirada concreta y sintética del documento en relación a nuestra realidad lastimada.
Ver
Cabe recordar que este primer momento metodológico corresponde a la dimensión histórica de la DSI, en la que se procura una visión real de la sociedad y sus problemas. Ver es “percibir y estudiar los problemas y sus causas, aplicándolas ciencias humanas y sociales” (BRANDINELLI y GALÁN, 1998: 10).
El desarrollo de este primer momento metodológico podemos observarlo en el primer capítulo de la encíclica. En éste, titulado: “Lo que está le pasando a nuestra casa”, se presenta un diagnóstico sobre la contaminación y el cambio climático abarcando la preocupación por la basura, el agua, la pérdida de biodiversidad y el consecuente empobrecimiento de la calidad de la vida humana y la degradación social, acusándose también la debilidad de las reacciones y diversidad de opiniones ante el desastre ecológico, olvidando que debemos considerar que el clima es un bien común.
El documento afirma, por ejemplo, en torno a la contaminación que:
- Existen formas de contaminación que afectan cotidianamente a las personas. La exposición a los contaminantes atmosféricos produce un amplio espectro de efectos sobre la salud, especialmente de los más pobres, provocando millones de muertes prematuras.
O bien señala en torno al agua:
- Grandes ciudades que dependen de un importante nivel de almacenamiento de agua, sufren períodos de disminución del recurso, […] 29. Un problema particularmente serio es el de la calidad del agua disponible para los pobres, que provoca muchas muertes todos los días[…] 30. Mientras se deteriora constantemente la calidad del agua disponible, en algunos lugares avanza la tendencia a privatizar este recurso escaso, convertido en mercancía que se regula por las leyes del mercado.
Finalmente, en torno al deterioro de la biodiversidad:
- Los recursos de la tierra también están siendo depredados a causa de formas inmediatistas de entender la economía y la actividad comercial y productiva. La pérdida de selvas y bosques implica al mismo tiempo la pérdida de especies que podrían significar en el futuro recursos sumamente importantes […] 33. Cada año desaparecen miles de especies vegetales y animales que ya no podremos conocer, que nuestros hijos ya no podrán ver, perdidas para siempre. La inmensa mayoría se extingue por razones que tienen que ver con alguna acción humana. Por nuestra causa, miles de especies ya no darán gloria a Dios con su existencia ni podrán comunicarnos su propio mensaje. No tenemos derecho.
Me permito citar dos normas que han puesto en estado de suma fragilidad la propia biodiversidad de nuestras selvas que nos impulsan, además, a una sospecha ineludible de su responsabilidad en el desastre amazónico que hemos sufrido recientemente.
La primera es la ley 741, de 29 de septiembre de 2015, que en su texto autoriza básicamente el desmonte de tierras para actividades agrícolas y pecuarias, ampliando prácticas depredadoras del medio ambiente. La segunda norma amenazadora se refiere al DS 3973, que en su parte resolutiva establece:
“ARTICULO 5.- En los departamentos de Santa Cruz y Beni, se autoriza el desmonte para actividades agropecuarias en tierras privadas y comunitarias, que se enmarque en el Manejo Integral y Sustentable de Bosques y Tierra, conforme a los instrumentos de gestión específicos aprobados por la Autoridad de Fiscalización y Control Social de Bosques y Tierra – ABT, y sus Planes de Uso de Suelo vigentes. En ambos departamentos se permite las quemas controladas de acuerdo a reglamentación vigente, en las áreas clasificadas por el PLUS que así lo permitan.”
El decreto fue puesto en vigencia el 10 de Julio del presente año, pocas semanas antes del desastre en la Chiquitanía.
Esto nos muestra, al margen de las buenas intenciones económicas o alimentarias, la irresponsabilidad de nuestros gobernantes con la naturaleza y la fragilidad de la naturaleza frente al dominio irracional del hombre y su ambición. Frente a estas normas y situaciones descritas, la encíclica nos convoca mirar críticamente la realidad.
Juzgar
Recordemos que este segundo tiempo o momento metodológico corresponde a la dimensión teórica de la DSI, en la se establecen los principios éticos permanentes, producto de una reflexión orgánica y sistemática. Juzgar “es interpretar la misma realidad a la luz de las fuentes de la DSI, pronunciado un juicio sobre los fenómenos sociales y sus consecuencias éticas.” (BRANDINELLI y GALÁN, 1998: 10), es interpretar la realidad desde la perspectiva de la fe.
Este momento metodológico aparece en las consideraciones de los capítulos segundo, titulado “El evangelio de la creación”; tercero, “Raíz humana de la crisis ecológica”; y el cuarto, “Una ecología integral”.
En relación a la mirada evangélica de la creación, se establecen los aspectos “teóricos” de este juzgar. Se nos presenta la luz que ofrece la fe, la sabiduría de los relatos bíblicos, el misterio del universo, el significado de cada criatura en la armonía de la creación, la comunión universal y el destino común de los bienes, considerando la mirada de Jesús.
En esta consideración bíblica y evangélica nos parece importante destacar el matiz de la idea de la preeminencia del hombre frente a la creación. Si bien el Génesis pone al hombre a la cabeza de lo creado, no implica su dominio abusivo sobre las otras criaturas de la creación.
La encíclica señala expresamente:
- Es importante leer los textos bíblicos en su contexto, con una hemenéutica adecuada, y recordar que nos invitan a « labrar y cuidar » el jardín del mundo (cf. Gn 2,15). Mientras « labrar » significa cultivar, arar o trabajar, « cuidar » significa proteger, custodiar, preservar, guardar, vigilar.
La Biblia no da lugar a un antropocentrismo despótico que se desentienda de las demás criaturas.
- «Toda criatura posee su bondad y su perfección propias […] Las distintas criaturas, queridas en su ser propio, reflejan, cada una a su manera, un rayo de la sabiduría y de la bondad infinitas de Dios. Por esto, el hombre debe respetar la bondad propia de cada criatura para evitar un uso desordenado de las cosas».
Por eso, la acción de la Iglesia no sólo intenta recordar el deber de cuidar la naturaleza, sino que al mismo tiempo «debe proteger sobre todo al hombre contra la destrucción de sí mismo».
- En cambio, la forma correcta de interpretar el concepto del ser humano como «señor» del universo consiste en entenderlo como administrador responsable.
Podemos añadir nosotros, a partir de una lectura dialógica con el problema de la naturaleza al que estamos convocados, por las Escrituras, no a ser solo Dominus (dueños) de la naturaleza sino también a ser Frater (hermano mayor), el que cuida y protege la creación.
En el tercer capítulo, referido a la raíz humana de la crisis ecológica, el documento destaca su reflexión sobre la tecnología, la globalización, las consecuencias del antropocentrismo moderno, el relativismo y la innovación en la biología. En el cuarto capítulo la reflexión abarca la ecología ambiental económica y social, la ecología cultural, la ecología de la vida cotidiana, el principio del Bien Común y la justicia entre generaciones. Vale decir, una mirada rica sobre la cotidianidad de nuestra existencia y la necesidad de armonizarla en comunidad y con la creación.
De estos capítulos extraemos un par de temas que nos pueden servir de guía transversal sobre reflexiones expresas. El primero es la mirada acerca del hombre y la ecología. La encíclica nos muestra, al comenzar, que:
- «[…]el hombre no es solamente una libertad que él se crea por sí solo. El hombre no se crea a sí mismo. Es espíritu y voluntad, pero también naturaleza». […] El derroche de la creación comienza donde no reconocemos ya ninguna instancia por encima de nosotros, sino que sólo nos vemos a nosotros mismos».
Esto nos hace olvidar que somos creaturas y dicha percepción nos convoca al pecado original de la soberbia. Con ella, vemos a la naturaleza sin asombro y respeto, nos distanciamos de lo creado y objetualizamos al mundo:
- Si nos acercamos a la naturaleza y al ambiente sin esta apertura al estupor y a la maravilla, si ya no hablamos el lenguaje de la fraternidad y de la belleza en nuestra relación con el mundo, nuestras actitudes serán las del dominador, del consumidor o del mero explotador de recursos, incapaz de poner un límite a sus intereses inmediatos.
- El hecho es que «el hombre moderno no está preparado para utilizar el poder con acierto»,84 porque el inmenso crecimiento tecnológico no estuvo acompañado de un desarrollo del ser humano en responsabilidad, valores, conciencia.
Y así destruimos al mundo y, con él, a nosotros mismos, y al hacerlo nos exponemos a la más horrenda de las oscuridades.
- Porque «un crimen contra la naturaleza es un crimen contra nosotros mismos y un pecado contra Dios».
Nos alejamos de la luz de Dios, y con ello nos acercamos a la muerte.
El segundo aspecto que deseamos destacar en este juzgar tiene que ver con la comprensión de que el abuso a la naturaleza y el consecuente desastre ecológico se vincula profundamente con la pobreza. La genera y la agudiza. Una vez más, los más desposeídos son las primeras y peores víctimas de las consecuencias ambientales.
La propia Conferencia Episcopal Boliviana, en su Carta pastoral sobre medio ambiente y desarrollo humano en Bolivia, El universo, don de Dios para la vida, citada en la encíclica, expresa que:
- «Tanto la experiencia común de la vida ordinaria como la investigación científica demuestran que los más graves efectos de todas las agresiones ambientales los sufre la gente más pobre ».26
El ecocidio genera más estructuras de pobreza y nuevamente los pobres terminan pagando los platos rotos de una sociedad que se desborda en su ambición. En ese sentido el abordaje del problema medio ambiental debe ser integral, no solo técnico sino también social y ético-espiritual.
Al dañar la naturaleza, dañamos la sociedad y con ella a nosotros mismos. La misma naturaleza es víctima y sufre. Su dolor desahucia nuestra propia existencia:
- Por eso, entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que « gime y sufre dolores de parto » (Rm 8,22). Olvidamos que nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura.
- Hay en esto una lógica que permite comprender cómo se alimentan mutuamente diversas actitudes que provocan al mismo tiempo la degradación ambiental y la degradación social.
Por esta razón:
- […] un verdadero planteo ecológico se convierte siempre en un planteo social, que debe integrar la justicia en las discusiones sobre el ambiente, para escuchar tanto el clamor de la tierra como el clamor de los pobres.
- Una ciencia que pretenda ofrecer soluciones a los grandes asuntos, necesariamente debería sumar todo lo que ha generado el conocimiento en las demás áreas del saber, incluyendo la filosofía y la ética social.
En el juzgar de nuestra realidad, en relación a los desastres de la chiquitanía es menester una mirada profunda y atenta de nuestra iglesia y de nosotros mismos como cristianos. Los insumos los tenemos en las propias fuentes de la DSI. Requerimos de un análisis y reflexión integrales sobre las verdaderas causas del desastre y sobre las consecuencias del mismo. Hacer el recuento de daños tras la tormenta es necesario. El análisis ambiental, ético, filosófico, jurídico, sociológico, antropológico, psicológico, etc., todo esto es necesario para responder sanamente a la restauración del mal causado. Sea esta jordana un pequeño aporte en ello. Cabe pues atender algunos esbozos de ideas para la acción reparadora.
Actuar
Este tercer tiempo o momento metodológico de la DSI, corresponde a la dimensión práctica, que propone orientaciones y directivas para la aplicación efectiva de la acción. Actuar “es ejecutar la opción elegida” (BRANDINELLI y GALÁN, 1998: 10), es cambiar y mejorar la realidad según los criterios y principios expresados en la DSI.
Este momento podemos verlo trabajado en los últimos dos capítulos de la Encíclica. En el quinto capítulo, se presentan algunas líneas de orientación y acción, y en el capítulo sexto, la comprensión de la necesidad de una educación y espiritualidad ecológica.
En el capítulo quinto, entre las líneas de orientación y acción se expresa la importancia de un diálogo sobre el medio ambiente en la política internacional, así como en las políticas nacionales y locales. Se define la importancia del diálogo y la transparencia en los procesos decisionales, sobre todo en la política y la economía, así como la importancia del diálogo entre las religiones y la ciencia.
Para el capítulo final, educación y espiritualidad ecológica, se promueve miradas más personales e íntimas, en las que cada uno puede aportar. Por ejemplo: apostar por otro estilo de vida, educar la alianza entre humanidad y medio ambiente, compromiso civil y político, en suma una conversión ecológica, considerando los valores y guías cristianos, tomando a María como guía y reina de la creación.
Es preciso asumir nuestra responsabilidad
- Esta hermana clama por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla. […] entre los pobres más abandonados y maltratados, está nuestra oprimida y devastada tierra, que « gime y sufre dolores de parto » (Rm 8,22).
- Les hace falta entonces una conversión ecológica, que implica dejar brotar todas las consecuencias de su encuentro con Jesucristo en las relaciones con el mundo que los rodea.
La naturaleza es un don de Dios
- […] la capacidad de transformar la realidad que tiene el ser humano debe desarrollarse sobre la base de la donación originaria de las cosas por parte de Dios.
Esta naturaleza tiene su propio curso y movimiento que, con ayuda de la ética, podemos decir es hacia su plenitud y bien
- « La naturaleza no es otra cosa sino la razón de cierto arte, concretamente el arte divino, inscrito en las cosas, por el cual las cosas mismas se mueven hacia un fin determinado.
Nosotros, hermanos mayores, estamos llamados a permitir y coadyuvar en ese movimiento, cuidando protegiendo a nuestros hermanos en la creación, pues con ello, también nos cuidamos a nosotros mismos.
- « Yo me autoexpreso al expresar el mundo; yo exploro mi propia sacralidad al intentar descifrar la del mundo ».
Pero ésta no es una tarea fácil, el poder y nuestra propia idiosincrasia o comodidad son enemigos principales de nuestra labor
- Lamentablemente, muchos esfuerzos para buscar soluciones concretas a la crisis ambiental suelen ser frustrados no sólo por el rechazo de los poderosos, sino también por la falta de interés de los demás. Las actitudes que obstruyen los caminos de solución, aun entre los creyentes, van de la negación del problema a la indiferencia, la resignación cómoda o la confianza ciega en las soluciones técnicas.
Pero es necesario sobreponernos a nosotros mismos, equilibrando nuestras necesidades y nuestra responsabilidad con el mundo. La vía de soluciones no es novedosa pero requiere ser asumida con compromiso: el desarrollo integral. Se hace necesario subrayar:
- […] la « urgencia y la necesidad de un cambio radical en el comportamiento de la humanidad », porque « los progresos científicos más extraordinarios, las proezas técnicas más sorprendentes, el crecimiento económico más prodigioso, si no van acompañados por un auténtico progreso social y moral, se vuelven en definitiva contra el hombre ».
- El bien común presupone el respeto a la persona humana en cuanto tal, con derechos básicos e inalienables ordenados a su desarrollo integral.
Debemos asumir el modelo de Francisco. Él nos da la guía y orientación:
- Francisco es el ejemplo por excelencia del cuidado de lo que es débil y de una ecología integral, vivida con alegría y autenticidad. Es el santo patrono de todos los que estudian y trabajan en torno a la ecología
- Su testimonio nos muestra también que una ecología integral requiere apertura hacia categorías que trascienden el lenguaje de las matemáticas o de la biología y nos conectan con la esencia de lo humano.
- Entonces, se entiende mejor la importancia y el sentido de cualquier criatura si se la contempla en el conjunto del proyecto de Dios.
Se trata de asumir y cuidar el don preciado que se ha puesto a nuestra custodia y, como entendió Francisco, admitir nuestra condición de hermanos mayores cuidando a la hermana creación. Pero ello implica, más allá de políticas internacionales, grandes leyes o campañas, cambiar cada uno de nosotros mismos en nuestra propia forma de vida de manera personal y comunitaria. Reconciliarnos con nosotros mismos y con el mundo. No hay más novedad o misterio que ello.
- Toda pretensión de cuidar y mejorar el mundo supone cambios profundos en « los estilos de vida, los modelos de producción y de consumo, las estructuras consolidadas de poder que rigen hoy la sociedad »
- La conversión ecológica que se requiere para crear un dinamismo de cambio duradero es también una conversión comunitaria.
- « Para realizar esta reconciliación debemos examinar nuestras vidas y reconocer de qué modo ofendemos a la creación de Dios con nuestras acciones y nuestra incapacidad de actuar. Debemos hacer la experiencia de una conversión, de un cambio del corazón ».
Finalmente, para nosotros los bolivianos, tras el desastre, pero también para cualquier habitante de la humanidad, se requiere: Regulación (respeto y legislación), educación e imaginación, para restaurar y cuidar. Pero sobre todo cambiar, tomando el inigualable modelo del Maestro:
- El cuidado de la naturaleza es parte de un estilo de vida que implica capacidad de convivencia y de comunión. Jesús nos recordó que tenemos a Dios como nuestro Padre común y que eso nos hace hermanos. El amor fraterno sólo puede ser gratuito, nunca puede ser un pago por lo que otro realice ni un anticipo por lo que esperamos que haga. Por eso es posible amar a los enemigos. Esta misma gratuidad nos lleva a amar y aceptar el viento, el sol o las nubes, aunque no se sometan a nuestro control. Por eso podemos hablar de una fraternidad universal.
Se trata, en suma, de desarrollar una ecología integral, como integral es el hombre para poder dialogar con (y en) el mundo. Es hacer íntima y espiritual nuestra relación con él. En eso tenemos mucho que aprender de las culturas originarias y despojarnos de nuestro afán ambicioso siempre por el desarrollo. Tenemos que ser capaces de aligerar la carga de nuestra obsesión por el tener, como lo hizo aquel hermano de Asís hace más de ocho siglos, y sentir al mundo, orar por él y con él:
« Alabado seas, mi Señor,
con todas tus criaturas,
especialmente el hermano sol,
por quien nos das el día y nos iluminas.
Y es bello y radiante con gran esplendor,
de ti, Altísimo, lleva significación.
Alabado seas, mi Señor,
por la hermana luna y las estrellas,
en el cielo las formaste claras y preciosas, y bellas.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano viento
y por el aire, y la nube y el cielo sereno,
y todo tiempo,
por todos ellos a tus criaturas das sustento.
Alabado seas, mi Señor, por la hermana agua,
la cual es muy humilde, y preciosa y casta.
Alabado seas, mi Señor, por el hermano fuego,
por el cual iluminas la noche,
y es bello, y alegre y vigoroso, y fuerte ».
BIBLIOGRAFÍA
BRANDINELLI, Rodolfo Luis y GALÁN, Carlos Luis.
1998 Manual de Doctrina Social de la Iglesia. Ediciones Encuentro, Buenos Aires.
ESTADO PLURINACIONAL DE BOLIVIA
2015 Ley 741 de autorización de desmonte hasta 20 hectáreas para pequeñas propiedades y propiedades comunitarias o colectivas para actividades agrícolas y pecuarias. La Paz.
2019 Decreto Supremo 3973 de 10 de Julio de 2019. La Paz.
LA SANTA SEDE
2015 Carta encíclica LAUDATO SI del Santo Padre Francisco sobre el cuidado de la casa común. Ciudad del Vaticano.